En viaje: notas del trayecto. Volar

Mucho tiene de pretigioso viajar, pero para algunos más tiene de necesario que de pretensioso. Es el viaje necesario, la aventura obligada, el que dicta estas notas, que poco tienen de guía turística de lo admirable y divagan sobre casualidades e inesperados.

Así, por ejemplo, observan cuánto tiene de maravilloso viajar en avión--alfombra mágica de la tecnología--y cuánto de tortura en el proceso de embarcarse hasta el momento en que el viajero, atrapado por el cinturón de seguridad en la no muy cómoda butaca de los pobretones, se entrega por completo, abdicando su voluntad, a la efectividad de la tecnología, la habilidad del piloto y el capricho de los dioses de la aviación.

Porque volar es dejarse llevar. No hay otro acto de renuncia de la independencia de acción como el de embarcarse en un avión, en obediente línea, y sentarse, como el condenado al que encadenan, en el angosto asiento que, inmóvil, lo transportará incómodamente a un lugar a millas de distancia.