De un diario extraviado: escribirse a sí mismo
El sol inclinado de la tarde ilumina el desorden de árboles y ramas de mi patio abandonado. Rincón perfectamente hermoso que existe sólo para mí.
Aquí a solas lo contemplo y escribo.
A pesar de los millones de millones de seres que somos, solo uno de la multitud--éste que soy yo--puede estar en este mínimo espacio: verlo y vivirlo.
Si alguien más lo viese sería un rincón diferente: ya no sería el mío sino el suyo.
Aunque en la suma ingente de la humanidad no soy nada, en este espacio menor soy todo. Somos--mi patio y yo--la humanidad, el mundo.
En este momento, en mi retiro, existo--de veras existo--solamente yo: me escribo.
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