Crepúsculo
Lo fue en un tiempo, cuando dejaba sin terminar las tareas del colegio y dejaba que la pluma dictara sobre el cuaderno escolar el capricho de sus arabescos.
La ventana frente a mí, abierta a la brisa vespertina--factor indispensable del momento--enmarcaba la amplia visión del poniente con el contraluz--dorado y rosa--de los pinos encaramados sobre la loma que desciende abrupta hasta la rompiente.
Escribir entonces era imprescindible y se lo hacía hasta que ya no había luz suficiente para descifrar la filigrana de las palabras en el papel, aunque blanco, oscuro.
Era entonces la hora de encender la radio y entretenerse ingenuamente con las aventuras del insidioso Capitán Silver y sus enemigos de acento eslavo e imaginar las de Tex Selenius, explorador del espacio entonces apenas conocido.
No sabíamos que el sol que acababa de ponerse en nuestro casi infinito horizonte se alzaba, más allá, sobre el hervor de la guerra y su ignominia.
¿Es que es posible escribir a esta hora?
No hay comentarios:
Publicar un comentario