El artificio de la escritura / The artifice of writing


jueves, 14 de mayo de 2020

Escribir para leer

Arte o artificio esto de escribir por el gusto de escribir. 

Quien escribe porque sí, es decir porque escribir le parece más entretenido que ninguna otra actividad lo hace porque, a decir verdad, le resulta absolutamente necesario hacerlo; o porque es, más bien, una función imprescindible, una pulsión (tal cual), una ansiedad que no se satisface sino dejando correr la pluma sobre el papel o manchando lo blanco del silencio con el lápiz afilado o la extensión de la pared con el grafitti pintarrajeado a brocha, o persiguiendo en la pantalla con las letras del teclado el fantasmagórico cursor palpitante y saltarín de lo imaginable. 

Escribir no requiere justificaciones y es pedirle lo imposible al escritor si se le pregunta por qué escribe. Si ni siquiera puede explicarse a sí mismo por qué y cómo lo hace. Sólo sabe que tiene que escribir si no quiere perder el apetito y las ganas de vivir.

No falta, claro está, el farsante que, del brazo de críticos pedantes, va engatusando a sus lectores--y, de paso, engañándose a sí mismo,--con enrevesadas razones y falsas anécdotas inspiracionales que no pasan de ser un artificio mentiroso e imperdonable. Pero de algo tiene que vivir la maquinaria editorial, rubro importante del negocio de la cultura. 

El auténtico escritor escribe porque no tiene otra alternativa. E igualmente acosado de una necesidad apremiante, la de leer, el lector lee. Entre uno y otro se resuelven--en la palabra escrita--y se proponen los misterios entrañables que sólo el arte de escribir, con sus bellos artificios, y el acto de leer ensimismado aprecian y entienden.


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