El artificio de la escritura / The artifice of writing


domingo, 13 de octubre de 2013

Las astas del toro


“Tomar el toro por las astas”, dice el refrán que, por cierto, alude con tal acto de arrojo a la necesidad de tomar valientemente la iniciativa ante las dificultades que nos acosan a diario. 

Como toros encelados y rabiosos nos asaltan las complicaciones que hacen de la vida un ruedo taurino. 

Con total desprecio del peligro y sin pensar en las consecuencias negativas, hemos de enfrentarnos al bruto de turno y cometer la barbaridad de acometerlo y agarrarlo por donde más puede herirnos. 

Barbaridad de refrán que recomienda tal despropósito. 

Porque no cualquiera tiene la valentía y la fuerza para enfrentarse al toro--o más bien al Minotauro--que se le viene encima y a sangre fría acercársele abierto de brazos en simulacro de abrazo--¿se confundirá acaso el animal furioso con tal gesto ambivalente?--y asirlo por los cuernos de la amenaza. 

Ni cualquiera puede tampoco, una vez cogida la bestia, torcerle la testuz y someterlo. Porque si ya es difícil tomarlo por las astas, como recomienda el dicho, más difícil todavía es mantenerlo asido y vencerlo.

Que esta alegoría taurina con visos de mito ancestral sirva de ejemplo para todo mortal que se encuentre--extraviado o por su propia terca voluntad--en las antesalas, si no en los mismos corredores, del laberinto. 

Queden prevenidos: no todo refrán es tan sabio como parece.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Para los que hemos sido toreados en varias plazas, el refrán no nos asusta porque nos parece una simple becerrada.

Lidiar con el Minotauro tampoco es gran cosa: ya que tiene cuerpo de hombre, simplemente hay que sorprenderlo de espaldas y agarrarlo del cuello y con eso no podrá decir ni mu.

André