El artificio de la escritura / The artifice of writing


domingo, 5 de mayo de 2024

Arquelogía personal


Los años se amontonan no sólo en los recuerdos: forman también pilas de papeles en cuanto rincón del escritorio, torres de libros a medio leer erigidas aquí y allá---en el velador junto a la cama, en la sala, en el baño, en la cocina---, rumas de cajas de fotos, libretas de bolsillo y memorabilia de quizás cuando, interminables listas de directorios y documentos en la memoria--aparentemente confiable--del disco duro, de la nube, de los disquetes que no hay hoy sistema que los descifre. 

Se acumulan las cosas con el tiempo como se acumjulan, otoño a otoño, en el suelo del bosque las hojas secas de árboles y arbustos que van creando la tierra fértil, nutricia para el brotar de la primavera. 

Sólo que el símil falla cuando se refiere a las hojas manuscritas que, perdidas en el fondo de una gaveta o entre las páginas de algunos libros olvidados, no se descomponen en tierra nutricia ni alimentan ningún brote futuro. 

Mejor comparación la propondría el polvo que va con los días cubriendo cuanto resquicio hay en la biblioteca, determinado a sepultar todo indicio del ayer.

Como el arqueólogo que encuentra un antiguo basural bajo el basural presente, el nostálgico lector de sus propios manuscritos revuelve recuerdos y detritus del pasado con la ilusión de encontrar la maravilla que cree haber escrito alguna vez. 

No la encuentra, por cierto, porque no existe sino en su memoria fantasiosa. Pero en cambio da con infinidad de papeles sueltos con notas esquemáticas que más tienen de jeroglíficos que de caligrafía. 

Papeles sueltos de quizás cuando cuyas notas pudo haberlas escrito cualquiera que no fuera él mismo; o probablemente ese que él fue y al que apenas vislumbra en el recuerdo como a alguien a quien pudo haber conocido.



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