Desorden y extravíos
Tiene el desorden algo bueno, al menos, que agradecerle: los raros momentos de feliz sorpresa que se producen al encontrar, sin haberlo buscado, ese algo que se había dado por perdido o estaba ya olvidado.
¡Dichosas recuperaciones: inesperada consecuencia del confuso olvido del desordenado!
En eso pensé al encontrar--cuando buscaba otros papeles sin importancia ahora--las páginas que busqué semanas atrás sin dar con ellas.
Y se me ocurrió también que es propio de los objetos que no se sabe donde se los pudo o donde han quedado el esconderse, el no dejarse ver hasta cuando se los ha dado por perdidos o se ha olvidado que existieron. Recuperarlos de pronto, cuando menos se lo espera, es una experiencia dichosa y liberadora.
Pero hay objetos que se pierden definitivamente en el olvido y dejan de existir. Otros hay que se los recobra demasiado tarde, cuando ya no significan nada. En éstos--en los que debieron ser--se piensa tristemente en el preciso momento del contento de lo recobrado.
Cuánto se habrá perdido sin que uno se haya dado cuenta que falta.
Hay siempre--¡ay!--un lado oscuro de lo iluminado.
1 comentario:
Y mas bonito aun recuperar algo recien inventado dentro de una composicion
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