Galope desbocado

Cada vez que monta su caballo siente la altivez del animal rebelde que se somete a regañadientes, a mascafreno y sacudones de cabeza. 

Pero es suyo, y el animal lo sabe, lo acepta, lo reconoce. 

Por eso, cuando lo desmonta, disgustado, para dejar que el que se dice su amigo lo domine en un caracoleo dominador-- prepotente--el caballo entiende que, al acercarse a la vieja y sombría avenida de los castaños, debe desbocarse y galopar lo más cerca posible de los árboles que, añosos, inclinan oscuras sobre el camino sus ramas pesadas de frutos espinosos.