El artificio de la escritura / The artifice of writing


martes, 28 de marzo de 2023

Escritura de viajes


Son los lectores, ávidos de vivencias vicarias, los responsables de que haya una literatura de viajes, esa forma híbrida de memoria personal y guía descriptiva de lo visto en tierras no propias.

Al viajero que regresa se le pregunta siempre desde el sedentario ensoñar, dónde anduvo, qué vio, qué delicias probó, qué maravillas le hicieron palpitar el corazón como no palpita sino en la aventura.

Tiene el escritor de viajes, entonces, la tarea de responder haciendo que el lector, como en alfombra mágica de palabras de riquísima labor, vaya por los aires de lo imaginario al lugar y el momento en que él ha estado como viajero curioso y observador, como osado aventurero que puede vanagloriarse de haber visto las siete o setenta, o cuantas sean las maravillas del mundo que todos tendríamos que ver.

Compite en esa tarea, con fotógrafos y documentalistas que, aunque  dueños del arte de las imágenes--que dicen valer más que mil palabras--tengan que acudir al fin y al cabo al escritor para explicar esas visiones que no pueden mostrarlo todo.

Y porque con tales compite, con los poderosos magos de la imagen que a tantos atrae, no necesita el escritor enfrentarlos en el terreno esplendoroso de lo audiovisual. Debe dejarles que hagan lo suyo y con lo suyo cautiven al espectador, que no al lector: éste prefiere las palabras por sobre las imágenes por el poder que éstas tienen de adentrarse--y adentrarlo al que las lee--en el lindamente complicado laberinto del que sólo la palabra puede hablar: el íntimo encuentro de la mente, enardecida de experiencia nueva, con la realidad de lo ajeno.

Frente a lo visual y cinemático el escritor reacciona con la expresión del sentir recóndito de la experiencia de mirar, con la reflexión y el análisis de lo observado y percibido: a la luz de los variables instantes añade la textura del aire, su olor o aroma, su vibrar en la extrañeza del idioma--parloteo incomprensible--que lo definen como diferente. Con la palabra va palpando lo invisible que en la novedad y la extrañeza figuran lo hasta entonces desconocido, lo que se ignoraba como inexistente.

Es la estimulante experiencia de lo ajeno--del ser uno el otro--lo que el lector de viaje, el apoltronado aventurero del espíritu, espera convivir en la palabra escrita, aquélla en la que el escritor ha combinado todas sus habilidades de observador curioso y de retórico de la sorpresa.


1 comentario:

Anónimo dijo...

"el íntimo encuentro de la mente, enardecida de experiencia nueva, con la realidad de lo ajeno"; que perfecta manera de describir la escritura en si