Para "Insectarium": el hormiguero de Irene Vallejo.
Curiosa imagen de los libros tenía Irene Vallejo de niña, cuando no sabía leer todavía y era su madre la que le descifraba esos textos impresos que para ella, niña sin duda imaginativa, se confundían con ese mundo minúsculo y mudo de las arañas y los insectos.
Así cuenta la autora en su libro El infinito en un junco la impresión que le producían los libros cuando los revisaba ella sola, niña analfabeta, sin la ayuda de su madre:
"Y, aunque yo abriese el libro en el lugar oportuno, señalado por el marcapáginas, no serviría de nada, pues solo vería líneas llenas de patas de araña que se negarían a decirme una mísera palabra. Sin la voz de mi madre, la magia no se hacía realidad. Leer era un hechizo, sí; conseguir que hablasen esos extraños insectos negros de los libros, que entonces me parecían enormes hormigueros de papel."
¿La autora consumiendo un libro? |
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