El artificio de la escritura / The artifice of writing


martes, 14 de junio de 2022

Al borde del camino

 


--A este paso nunca vamos a llegar.

--No importa.

--¿Cómo que no importa? Si no llegamos a tiempo. . .

--. . . no pasará nada--. 

Y demora aún más el paso lento que llevaba. 

--Nunca pasa nada--añade y se detiene por completo. 

Aunque se camine lo más rápido que se pueda, aunque se corra, no se llega nunca a tiempo, no importa a dónde se esté yendo.

Ella sigue camino y lo deja atrás hablándose a sí mismo.


Más tarde se reencontraron, cuando ella venía de vuelta y él la esperaba sentado en una piedra al borde del camino.

--¿Llegaste a tiempo?

--Ya todos se habían ido--. Se sentó también, tal vez cansada.

--No nos esperaron . . .

Lo cierto es que aunque hubiesen llegado tiempo no los habrían tomado en cuenta: no los habrían ni saludado.

--Te dije que no fuéramos. . .

--Yo quería verlos.

--. . . que no teníamos nada que hacer allí. . .

--Verlos de nuevo.

--. . . que no les importamos.

Finalmente se quedó ella sin nada que decir. O, mejor dicho, dejó de decir lo que estaba pensando porque de haberlo dicho le habría quemado la boca. 

Optó por un suspiro.

--Suspiras.

--Sí--suspiró--suspiro.

--Haces bien. 

Los suspiros expulsan de uno el mal aire enconado que respiramos. El mal aire que vuelto queja o maldición torcería la boca del que lo habla al toparse su fiebre con el frío del relente.

--Vamos andando--dice, pero no se mueve. --Se nos viene el frío encima.

Porque de pronto, a punto de ponerse el sol detrás de unas matas, se levantó la brisa gélida de la cordillera.

--Se nos va a hacer de noche--agregó. --Vamos.

--Vamos-- dijo ella.

Pero siguieron sentados al borde del camino que, al fin y al cabo, como él lo ha dicho una y mil veces, no lleva de ningún lado a ningún lado.


No hay comentarios: