Deber del escritor
Desde que he sabido que--increíblemente-- hay quienes--unas dos o tres personas--a veces leen lo que escribo creo que ha cambiado mi modo de hacerlo. Quisiera pensar que para mejor.
Saber que alguien a lo mejor va a leer lo que uno escribe le imprime a la escritura un carácter falso de hipócritas gesticulaciones: la pluma--en mi caso--deja de garabatear caprichosamente sobre el papel en blanco y practica floridas caligrafías. Y la holgazana musa ensoñadora y descuidada se vuelve doblemente vanidosa y actúa con cautela: no la vayan a ver despeinada y en bata de baño o en paños menores.
En cuanto a las supuestas exigencies del deber y la responsabilidad del escritor--que son cuestiones fundamentales que se debería tener en cuenta--diría que me importan solo como asuntos de qué hablar larga y sesudamente, llegado el caso de que alguien pregunte.
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