Vida en el tiempo
Se podría postular la teoría de que la vida, la experiencia personal del tiempo, no es más que un proceso de transición perpetua, un proyecto nunca realizado y, en esencia, irrealizable.
Esto de vivir se trataría de lo siempre provisorio y fugaz, del proverbial río que va dar a la mar, que es el olvido; digamos mejor del torrente que se lleva todo por delante.
Irónicamente, en cambio, vivimos para un modelo diferente: la ilusión del logro permanente.
Porque a la teoría del ciego fluir se opone con desesperada convicción, la incluso más ciega fe en que la vida tiene por fin un logro y un estado, una forma de permanencia triunfal en la fantasía de un tiempo atemporal, la eternidad inverosímil.
La rosa se marchita a diario.
Esto de vivir se trataría de lo siempre provisorio y fugaz, del proverbial río que va dar a la mar, que es el olvido; digamos mejor del torrente que se lleva todo por delante.
Irónicamente, en cambio, vivimos para un modelo diferente: la ilusión del logro permanente.
Porque a la teoría del ciego fluir se opone con desesperada convicción, la incluso más ciega fe en que la vida tiene por fin un logro y un estado, una forma de permanencia triunfal en la fantasía de un tiempo atemporal, la eternidad inverosímil.
La rosa se marchita a diario.
1 comentario:
Solo deseo un trago de Nepente para olvidarlo todo de repente.
El barón
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