Las voces de Babel
Hablamos.
No cesamos de hablar.
Desde
los tiempos de Babel, la torre ingente e inconclusa— obra humana, al fin, ilusa—la humanidad
se expresa incesantemente en un millar de lenguas—galimatías de la diversidad
aparente—que no se entienden entre sí, ni pueden ni quieren hacerlo.
El
vocerío es delirante.
Esta
nota, este blog, este sistema de pretendida comunicación son parte mínima—minímísima,
por cierto—de la universal insania.
1 comentario:
La susodicha torre de Babel sigue en pie por doquier. Hay por lo menos una en cada país del mundo, si no en cada ciudad de cada país del mundo. El material principal para su construcción abunda en toda parte del globo donde existe humanidad, porque dicho material es el palabrerío ridículo e inoficioso de las bocas de individuos que hablan mucho, dicen poco y no hacen nada.
Dado a ello, constantemente estamos supeditados a cargar a cuestas las gigantescas piedras hechas de esa atiborrante charlatanería tonta que componen su descomunal mole, obligándonos a ser los peones inocentes de aquel bíblico símbolo de la confusión y estupidez universal que crece como yerba mala dando gigantescos estirones con inútiles miras de llegar al cielo.
Sugiero que los que tenemos nuestros pies firmemente plantados en la tierra, y los que seleccionamos cuidadosamente las palabras que pronunciamos para ser parte de la solución y no del problema, nos pongamos un casco de protección en la cabeza para cuando dichas torres comiencen a derrumbarse.
André
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