El artificio de la escritura / The artifice of writing


sábado, 3 de mayo de 2008

Otra vez se ha pasado el tiempo

Nos quejamos a menudo, y con razón, de no tener tiempo para nada y de que las horas y los días se "pasan volando." Nada más mirar la fecha de la entrada anterior a ésta para confirmar lo apropiado de la queja acostumbrada: en un abrir y cerrar de ojos se han pasado los días sin que haya habido tiempo de atender el blog.
Otros asuntos han tomado precedencia en mis actividades y este rincón personal de una escritura con la ilusión de lectores (cumplida, como me lo han hecho saber quienes han notado el lapso de silencio) ha quedado en segundo plano. Por un momento pude pensar que tal abandono era índice de falta de interés en este ejercicio; incluso pensé en abandonar el proyecto, en parte debido a las dificultades que me presenta. No soy nada de hábil en esto de usar la computadora y sus muchas opciones.
Ayer, sin embargo, el encuentro con algunos amigos en el ámbito real de un restaurán donde nos sentamos a conversar gratamente después de haber asistido a la presentación de un libro en el Insatituto Cultural Mexicano, aquí en San Antoni, me ha devuelto el deseo y la voluntad de seguir adelante y volver a agregar entradas a este blog que me resulta tan conflictivo.
Hoy, por lo tanto, me he puesto a la tarea de escribir esta entrada que, más que nada, me sirve de justificación y automotivación.

Frente al hábito diario de escribir con pluma en papel, algo que rara vez he dejado de cumplir en muchos años, esta escritura electrónica me resulta complicada y engorosa por la mecánica del medio. La ventaja que tiene de ser un texto abierto a la lectura de otros se ve limitada por la molestia y el esfuerzo que le significa a alguien como yo, tan poco adepto a las exigencias de la técnica, producir este escrito.
Primero fue necesario enchufar el portátil (porque no soy de los que tienen el computador encendido y a mano constantemente), encenderlo, esperar (im)pacientemente que en sus lentas funciones de enganche diera la oportunidad de entrar, como mago o cabalista en control del secreto, las cifras encrípticas que me identifican en el mundo impredecible de la cibernética y me permiten acceder ingenuamente al mismo y hacer uso temeroso de sus programas.
Una vez conseguido el acceso, algo inexplicable para mí pero de precisa significción para el programa, llevó al aparato a declararse incompetente. Un recuadro me indicó que el programa no respondía y me ordenaba decidir si abandonar el programa o no sé qué otras alternativas para mí irrelevantes por incomprensibles. Al cabo de varios procedimientos seguidos un poco a ciegas, consiguí al fin entrar al programa donde se encuentran los blogs personales, sólo para recibir otro mensaje diciendo que esto y lo otro no me permitía abrir el blog. No ha sido la primera vez que sucede, por cierto.
Leo las instrucciones, las sigo como mejor puedo y al cabo de un buen rato de andar deambulando de una poantalla en otra, por fín, cuando ya no me acordaba por qué vine al computador en primer lugar, estoy listo para escribir.
Elijo de los varios dibujos que tengo separados para darle variedad al blog y empiezo a escribir. Lo que escribo no tiene nada que ver con lo que quería escribir cuando comencé el irritante proceso de llegar a la página en blanco, la proverbial y aterradora página en blanco que el computador vuelve, a causa de tanta prueba de la paciencia, en una torturante y caprichosa incertidumbre.
Empiezo a escribir y van dándose las dificultades menores inesperadas: el texto desplaza al dibujo, cosa que no hizo en entradas anteriores; cuando trato de solucionar el problema el dibujo desaparece y no tengo idea de qué boton, qué tecla, qué ícono, qué menú usar o qué diablos hacer para recuperarlo.

Vaya este texto sin dibujo alguno y con toda la frustración del ejercicio cumplido mal y a medias. En cuanto lo haya publicado en el blog, cerraré el programa y apagaré el computador y si después de todo lo que esto implica me acuerdo todavía de qué era lo que quería hacer antes de enredarme en la complicada faramalla de terminar con la sesión, tomaré mi libreta de papel, una de mis muchas plumas de estupendo tacto y me pondré a escribir sin más complicaciones algo que me llenará de satisfacción con sus innumerables sorpresas y que, desgraciadamente, se quedará para siempre mudo en las páginas secretas, íntimas, intransferibles e incomunicables de la libreta de notas, el dietario o bitácora de obligado uso personal.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Efectivamente, otra vez se ha pasado el tiempo, y de qué manera tan agradable. Me refiero en particular a la excelente presentación en el Instituto Cultural Mexicano, tanto de la poetisa Jeannette Clariond, como de los comentarios y respuestas de los panelistas, a las preguntas provenientes del público presente durante el evento.

Lo del restaurante, lamentablemente me lo perdí, porque al día siguiente tenía que levantarme temprano, pero hubiera hecho una excepción si alguien me hubiera dicho que íbamos a celebrar tu cumpleaños.

¡Que la vida te dé muchos años, colmados de buena salud!

Andrés

Anónimo dijo...

Esta es la segunda vez que entro a su blog y después de leer esta entrada e concluido que no es necesario que un dibujo lo acompañe. Usted pinta una imagen con sus palabras de un momento tan chistoso y tan real. Espero seguir viendo sus notas mas seguido porque sinceramente e disfrutado leyendo y aprendiendo de usted. Soy de México pero tengo mucho tiempo viviendo en los Estados Unidos y rara vez leo en Español pero usted tiene una forma tan brillante de expresarse que deseo seguir practicando y aprendiendo nuestra lengua. Gracias por tomar el tiempo para escribir y a la vez honrarnos con sus palabras.