El artificio de la escritura / The artifice of writing


martes, 16 de octubre de 2007

Dinero desperdiciado

Poquísimas veces en muchos años me he salido de una película. Tiende uno a conformarse con aquéllas que no le parecen tan bien y hasta se ilusiona con la idea de que pueden mejorar en cualquier momento. No poco peso en la decisión de quedarse hasta el final es el económico: saber que dejar el cine en la mitad del programa equivale a tirar el dinero. Equivaldría a comprarse algo nuevo, unos zapatos, por ejemplo, y no usarlos porque se le hacen incómodos después de puestos. Abandonarlos tan pronto, sin darles una oportunidad de demostrarse dignos de la más ispiradora caminata, sería un error enorme y una falta de responsabilidad fiscal.

Irresponsable me sentí al salirme antes de la media hora de haber soportado las escenas innecesariamente violentas y grotescas de una película que entré a ver sin darme cuenta de que elegía equivocadamente. Tiré el dinero por descuido. Por experiencias anteriores de otras películas que no acabaron de parecerme dignas de verse enteras por parecidas razones, debería estar sobre aviso de lo que cierto género que pudo ser de gran estilo produce ahora a cambio de una narración inteligente y elegante. Si hubiera estado atento a las imágenes con que se la anuncia, me habría ahorrado los $6.50 que pago como miembro de la tercera edad y, mejor aún, me habría librado del desagrado de ver lo que vi y de pasar el mal rato de tener que salirme del cine y dar por desperdiciados unos dólares qued merecían destino más digno.

La película a la que me refiero se anuncia y promueve como un "thriller", o película de misterior policial. Nada tiene de la sutileza del género ni muestra ningún interés por ser inteligente. Ofrece a cambio un regusto malsano por las imágenes crudas que les pueden interesar sólo a espíritus atosigados de violencia, crueldad y sufrimiento vistos directamente, sin el lente crítico de la alusión que se niega a la vulgaridad de lo evidente. Se trata de un filme centrado en la pornografía del crímen descarado y el abuso.

La repugnancia --odiosamente personificada en la pobremente actuada imitación de un insensible-- me obligó a dejar el cine cuando a las escenas de violencia sanguinaria y necrofílicas se añadió la violencia sexual. No se trata de querer negarse a la realidad de tales degeneraciones humanas, sino de negarse a aceptar que para criticarlas artísticamente haya que mostrarlas tan al vivo, con tal regusto por lo denigrante y vomitivo.

Bajo esa lente morbosa de un cine comercial e indigno el género policial ha dejado de ser el juego inteligente y sugerente que le dio validez artística. Ahora no es más que una vulgar sarta de escenas grotescas, innecesarias y claramente dirigidas a emocionar a un público sumido en la vulgaridad de lo crudo y lo bestial. Hay mucho en este tipo de espectáculo de lo que probablemente se busca a escondidas en algunos sitios del internet y en "deportes" como peleas de perros y otras formas de entetención basadas en la violencia de seres cegados de su torpeza moral.

No pude haber desperdiciado el dinero de la entrada en nada más denigrante. No necesito nombrar la película porque no es, después de todo, la única que cae en tal vesania, ni quisiera darle más visibilidad de la que ya los críticos y la destribuidora le ha dado. Pero para no pecar de impreciso aquí va el título: Eastern Promises. En los cortos anteriores a la presentación de la misma se mostraron escenas de otra que está por estrenarse y que evidentemente se regusta con iguales objetivos económicos en lo desagradable y repugnante del daño físico y la violencia demente. El título de ésta no lo rgistré y no puedo darlo. Ya se preocuparán de promoverlo quienes con tales producciones aumentan los réditos de sus inversiones en l deplorable. El suyo no es dinero para nada desperdiciado.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Ah, el dinero desperdiciado! Yo diría mas bien, dinero gastado equívocamente, puesto que no estabas alerta a las imágenes con las que se anunciaba la película.

Aparte de ello, hoy en día no es difícil desperdiciar el dinero porque estamos viviendo en medio de una sociedad que ha establecido la mediocridad como el nuevo estándar de excelencia, y por lo tanto no recibes el máximo beneficio del producto o del valor de tu dinero.

Tu comentario respecto a la película es el reflejo perfecto de aquella mentalidad y de ese estándar que a duras penas se puede llamar "de calidad". Parece que la nueva modalidad de expresión cinematográfica del presente, le apetece a un público que ha dejado de pensar, de reflexionar y por lo tanto, exige imágenes que sean fáciles de entender, que no requieran absolutamente ni un ápice de pensamiento, que ya estén listas para "digerirse" sin tener que mascarlas previamente. Es la típica artimaña de las nuevas producciones que estimulan la violencia crónica, haciéndole creer a las nuevas generaciones (particularmente la de los muchachos), que si se comportan "como hombres" serán hombres. Lamentablemente, esa actitud, con frecuencia, termina como tiro por la culata, cuya acción directa es fuente de abuso hacia las mujeres.

Eso sí, tengo que ser justo y decir que la "calidad" de una película hoy, se juzga más por sus logros tecno digitales que por su contenido intelectual, y por ello son superiores técnicamente a cualquier producción previamente lograda por los medios tradicionales.

Aplaudo tu acción en salirte del teatro, porque con ello has demostrado que aún hay vida inteligente en éste planeta, que discierne la diferencia entre bueno y malo. Sin ponerme otra pluma en el penacho, yo también me he salido del teatro en plena función, y no me arrepiento: Prefiero perder unos pesos que son recuperables, a cambio de unas horas que no lo son.

Andrés Csihas

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