Del dicho al hecho
Hay una enorme diferencia entre lo que uno siente, imagina, piensa y compone mentalmente al caminar por el barrio todas las mañanas y lo que--una vez en el escritorio, café a la mano --se quisiera escribir con la pluma en el papel en blanco o con torpes dedos en la pantalla expectante.
Hay una diferencia entre ingenuo entusiasmo y desencanto, entre ilusión y realidad.
Lo concreto del texto escrito pesa y se hunde en lo olvidable, contrario al vuelo dichoso, aire arriba, de lo concebido mentalmente.
Lo que pareció, al caminar, que sería un texto hermoso y significativo, al ir a ponerlo por escrito se esfuma, como lo que era, un ensueño.
Parecida contrariedad sucede al tratar de transcribir al computador un texto logrado, misteriosamente, a mano.
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