En los umbrales
Después del paroxismo --arrebato febril del combate--- entró en el estado liminar del duermevela. Dulce don de los dioses dice Virgilio que es el sueño; dulcísimo, entonces, es el duermevela.
Es la somnolencia del convaleciente como el toque leve de un licor vagamente embriagador que se ha bebido a sorbos, cansadamente, como se bebe la tizana de tilo, de mágicas virtudes. O como el dulce amargor del jarabe infantil y su aroma.
Somnolencia de ese ayer de sábanas frescas después de los delirios de la fiebre.
Somnolencia del lecho del enfermo que vuelve de los ardores y tinieblas del infierno.
Somnolencia de la cama bien tendida por el cariño: duermevela de frazadas y almohadones tibios con aromas de adormideras.
En el sueño---grato sopor de aguas profundas-- se confirma la dicha del que se abandona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario