Un libro dilecto

Regalo magnífico de Carmen, me llega a las manos Crónicas crónicas, el libro póstumo de René Rodríguez Soriano, excelentemente prologado por Manuel García Cartagena. 

Me conmueven al tocarlo—lo conocía ya de vista por anuncios en la red--la nostalgia de un pasado reciente que se esfuma y el contento inolvidable de la breve y dichosa amistad que René y yo armamos en gratas conversaciones que iban—en nuestros planes--para largo. 

Al ir leyendo estas páginas, desde el momento mismo de recibidas, retoman y continúan nuestras conversaciones de los varios encuentros en Houston, donde René vivía, y en San Antonio, donde he vivido más largo y donde lo conocí como escritor invitado a Trinity University por el Profesor Carlos Ardavín, amigo de René de mucho antes. 

Esos pocos años que nos conocimos bastaron para que se diera entre nosotros el encuentro armónico de la amistad. La prolongan, para mí, los libros que René dejó escritos y publicados y este volumen póstumo de textos recopilados.

Crónicas relativamente breves son las que conforman el volumen. Comentarios y observaciones tan propios del autor que al leerlos se lo oye hablar invitándonos al dialogo que, idealmente continúa, ajeno a la inesperada interrupción del trágico momento.

Quienes no conocieron a René en persona y no lo oyeron hablar ni leer en público, quienes no conversaron con él pueden encontrarlo en estas páginas y compartir con él ---con sus palabras, su estilo, su voz calmada y cierta--- un grato y sorprendente momento de lectura. 

Magia la del libro y la palabra impresa que revive, contra los dictados del tiempo sucesivo, la eternidad del momento vivo compartido.