Arbol dibujado
Dibujar un árbol de memoria es como crearlo de la nada.
De esa profunda nada en que se hunde infinitamente el espíritu, según lo imaginamos desde la ilusión de un más allá, otro lugar, locus amoenus, paraíso anterior al tiempo.
De la plumilla nace el árbol. De la mano que sostiene a la plumilla crece. Del ojo interior que mira y ve los árboles vistos y soñados--la idea del árbol, dirá alguno--crece el árbol dibujado.
Es reproducción de cuanto árbol se haya concebido al pensar en el árbol de loa árboles, el predilecto.
A la sombra del árbol se dibuja el árbol.
1 comentario:
A la sombra de la palabra nos dibujamos nosotros, no aquéllos: nosotros. Abrazo.
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