Dormirse en la nada.
Hay noches en
que se duerme como una piedra, esa dichosa “piedra dura” que el poeta envidia
porque “no siente”. En el sueño entra
uno a veces a una total—o aparentemente total—inconsciencia, casi tan absoluta
como la inducida por el anestesista antes de una intervención quirúrgica.
Ambos, el sueño profundo y la casi muerte de la anestesia, tal vez sean un
ejercicio preparatorio para la nada. Resulta tranquilizante el que uno ni sepa
en qué momento la anestesia tiene efecto y el que a menudo uno caiga dormido
sin ni darse cuenta de que la conciencia se desprende de la realidad, como, por
ejemplo, en el abandono suicida y criminal del que se duerme al volante.
1 comentario:
Yo duermo como celador mal pagado y por consiguiente mi sueño es indistinguible entre la vida y la muerte. No sueño, no siento nada, prácticamente dejo de existir por un período de tiempo dentro del cual podría suceder cualquier calamidad universal y yo jamás me percataría de ella.
Algunos dicen que dormir tan profundamente es el mejor descanso, mientras que otros lo consideran crítico precisamente porque “si llega a pasar algo” no lo voy a detectar.
Bueno, yo digo que “si llega a pasar algo”, pues que pase, pero yo seguiré roncando felizmente.
André
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