Monólogo dialogado
Declinó la tarde lentamente,vino la noche y su cansancio desolado.
--No entiendo nada de nada--, se dijo a sí mismo, porque eso no es algo que pueda uno decírselo a nadie, ni siquiera en un susurro. --Y nunca entenderé. ¿Qré sentido tiene, entonces, tratar de entender?¿No sería mejor entregarse a ciegas al acontecer, a lo que es; y así vivir en plena aceptación de lo dado y lo que se va dando, sin cuestionar ni esto ni aquello ni todo cuanto se le pone a uno por delante, ni lo que acosa por todos lados, ni siquiera eso que sube al pecho como una basca sofocante desde quizás qué recóndita entraña atribulada?
--Claro que sí, si pudieras--, dijo el espejo.
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