El artificio de la escritura / The artifice of writing


jueves, 10 de noviembre de 2011

Insomnio

Basta apagar la luz para que el sueño que cerraba los ojos del lector se esfume en las sombras. A oscuras se establece el insomnio y su barroca retórica de preocupaciones. Barroca por atormentada, retórica por solemne y exagerada; y por retorcido y ambiguo es el insomnio retórico y barroco. Así nos gusta, que el tormento tenga de sorprendido gozo, de vanidades laberínticas, de ambigüedad y premoniciones. De éstas, de las buenas--si las hay--y de las malas, de las que intensifican el negror de las tinieblas que desde el fondo brillan como un ojo de azabache, pupila dilatada de lo oscuro.

En el ámbito nocturno del insomnio el demiurgo de la imaginación y sus secuaces menores juegan con el despierto a la escondida hasta agotarlo en un mareo de ¨gallinita ciega¨ o en vértigo de cenote, ojo de agua hipnótico y enorme. Barroquismo onírico del agua inquieta y su piel coruscante de escamas de jade y vórtices de lapislázuli.

Inverosímil, arde en lo profundo de la hondura la hoguera de lo improbable que, por lo mismo, fascina y atrae. El sueño, angelote ingenuo de retablo rococó, no se atreve a aventurarse en tales cavidades. Impera allí el rábido aquelarre del insomnio.

Ya se verá si amanece.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El insomnio, osada vorágine centrípeta que impide escape, perturba la dormición con su imperioso magnetismo y ralentiza el tiempo hasta convertirlo en torturante pesadilla.

Morfeo, cuyos brazos como ménsulas sobre las que reposa el lecho de nuestro sueño apacible, es enemigo acérrimo del insomnio, como también lo son las saetas que disparadas del astro supremo, penetran lo más recóndito de la negrura disipando aquella zozobra.

André