El artificio de la escritura / The artifice of writing


martes, 12 de junio de 2007

Vamos escribiendo

Para quienes nos formamos literariamente en la era del papel, la pluma fuente y la máquina de escribir, este nuevo instrumento de comunicación electrónica tiene un dejo de milagro o de deseo imposible, cumplido mágicamente por un geniecillo improbable surgido, al fin de tanto soñar, de esa lámpara de escritorio que lustramos una y otra vez en largas veladas dedicadas al teclado mecánico, al papel carbón y las botellitas de líquido corrector.

Cómo se ha simplificado el proceso de escribir y comunicarse gracias a una tecnología que se desarrolla misteriosamente para quienes nada sabíamos ni sabemos de estas cosas de la electrónica. Con admirado agradecimiento aceptamos la oportunidad que las ciencias y la tecnología nos da para satisfacer plenamente nuestras necesidades de escritura. Aceptamos a ciegas su milagro, damos por cumplido nuestro sueño de un escribir sin complicaciones materiales.

Sin embargo, como todo sueño que se cumple, tiene esta maravilla de la electrónica su dosis de imperfección, su motivo de preocupación, tal vez por eso de que nada puede ser perfecto en el mundo de la realidad y menos aún en el de la mente en perpetuo cuestionarlo todo.

Es precisamente la facilidad con que se puede escribir y echar al mundo lo escrito lo que vuelve a este sistema un instrumento de complicadas consecuencias. Soy el primero en admitir que al adoptarlo y ponerme a usarlo como tantos lo están haciendo, lo hago a sabiendas del riesgo que corro de contradecirme y actuar contra todo buen juicio, arrastrado por la fascinación del intrumento de uso ilimitado.

La gran tentación de escribir y el deseo insaciable de ser leído son fuerzas que se desatan, desbordantes y desbocadas ante la oportunidad de esta pantalla que, como un pseudo-aleph de orígenes borgeanos, ofrece en su infinita y universal condición de medio comunicativo, una tentadora invitación a escribir y escribir sin obstáculo ninguno.

Así, vamos escribiendo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimado profesor, me da mucho gusto que haya comenzado su periplo cibernético y así se una a millones de enlazados; los que como éste, su sempiterno alumno, esperamos deleitarnos con sus creaciones literarias.
Hoy tuve la oportunidad de visitar la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León y conocí a varios profesores del nivel de maestría. Bueno, le deseo lo mejor y ya nos veremos pronto por allá.