El artificio de la escritura / The artifice of writing


lunes, 25 de junio de 2007

Respuesta en forma de nueva entrada

De veras me ha sorprendido encontrarme con un comentario a mi última entrada. No me esperaba una respuesta tan rápida a mis observaciones, más bien divagaciones, sobre este ejercicio de escribir urbi et orbi. No teniendo una clara idea de cuál sea el protocolo aceptado en estos casos, opto por responder aquí a Minerva, quien tuvo la gentileza de comentar mis observaciones con otras harto más sugerentes.

La expresión "contarse el cuento" puede entenderse como refiriéndose a un autoengaño; de hecho, y si no me equivovo, es así es como se la entiende comúmente. Digamos que tal vez exprese en forma coloquial esa "mala fe" de que habla Sartre, para seguir citando un nombre repetido en este intercambio.

Mi idea era añadir al dictado de Eco el hecho de que el cuento que se inventa es, primeramente, para uso personal. Que se escribe para leerse. Para inventarse. Que escribir es antes que nada contarse a uno mismo un cuento maravilloso.

Claro está que no termina ahí el proceso ni se limita a eso tampoco la motivación de la escritutra. El escribir implica, se lo quiera admitir o no, la esperanza de un lector diferente a uno mismo. Se escribe, entonces, para leerse y ser leído.

Las cartas son la forma más inmediata y segura de contar con un lector, por lo demás conocido. Depende de éste el que se las escriba de una u otra manera. Están en un extremo las cartas escritas a la diabla y sin mayores complicaciones; en el otro las que se componen cuidadosamente en cuanto a forma y contenido. En todos los casos quien las escribe adopta una voz que no es exactamente la suya. En este adoptar una voz creo que se explica parte del misterio de la escritura y, para lo que viene al caso, de la intrigante función del blog y sus posibles lectores.

Al carácter anónimo e impredecible de quien pueda leer el blog que uno escribe corresponde el carácter del que escribe, quien sin ni siquiera pensarlo, se reviste igualmente de cierto anonimato en la ficción de una voz que no es la suya exactamente. Podrá creer que se sincera y escribe con un desparpajo del que sería incapaz en una carta personal, pero se equivoca. En el aparente anonimato de la escritura al aire, dispuesta a todo, se esconde su verdadera identidad, la que de veras no podrá nunca darse a conocer, ni en la más completa de las confesiones.

En fin, que esto de escribir una bitácora personal, especie de dietario íntimo, tiene algo de exibicionismo y mucho de disimulo. Que en la escritura abierta a todo el que quiera leerla se busca una justificación de sí mismo: es un contarse el cuento para volverlo a leer en la lectura de ese otro que le da existencia y lo transforma.

Escribir ficción, por ejemplo, no es muy diferente. Lo que me lleva a preguntarme (y aquí me refiero a un lector en particular) si habrá posibilidades de leer esos cuentos que, Minerva, dices escribir. Tal vez te interese saber de la revista Labrapalabra que tenemos en la red y cuyo enlace encuentras en la sección correspondiente de este blog.

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