El artificio de la escritura / The artifice of writing


miércoles, 27 de noviembre de 2024

De la bitácora inicial y ahora


"Toda navegación require de un mapa y de una bitácora. Sea ésta una combinación de ambos instrumentos dedicados a mi navegar", escribí como primera entrada de este blog el 6 de junio del 2007, hace ya, increíblemente, diecisiete años, período que en la historia del tiempo "no es nada". 

Desde ese primer texto he ido añadiendo con cierta regularidad entradas que suman ya más de cuatrocientas. Los años no pasan en vano.

Motivado por repetidas conversaciones sobre un mismo tema perturbadormente egocéntrico, y signo de la vanidad resentida, se me ocurrió por estos días revisar y analizar el objetivo, función y validez  de lo que escribo y, más exactamente, de la efectividad de mis no pocas publicaciones. 

Para ello comencé por echarle una mirada a este blog porque, si no recuerdo mal, lo inicié creyendo que sería una buena manera de dar a conocer a otros mis escritos y establecer contactos y diálogos con otros escritores y con un supuestamente amplio público lector.

La cierto es que no se produjo lo que yo esperaba, ni siquiera cuando comencé a reproducir en Facebook---no sabría decir a partir de qué fecha---las entradas del blog, creyendo así alcanzar un mayor número de lectores. Las estadísticas del blog indicaban una mínima actividad que fue disminuyendo con cada nueva entrada y se mantiene hasta ahora casi al nivel del silencio. Bien dicen que el trabajo del escritor es solitario.

Para entonces debí haberme dado cuenta de lo que se puede esperar de la red en estos días de proliferación de escritores en línea y de toda suerte de generadores de contenidos interesantes y entretenidos. La competencia por la atención del público es excesiva y en gran medida desproporcionada.

Que he tenido lectores, sin embargo---y que los tengo---, no lo puedo negar. Aunque no sean muchos me son indudablemente valiosos: los imagino leyendo lo que casi a diario publico. Lo que no he logrado establecer, sin embargo, son contactos, y menos aún diálogo intelectual y literario, con ninguno a quien no conozca o haya conocido personalmente. Digamos que escribo y publico para mí y mis amigos.

En otras palabras, que este blog---y dos o más que he tratado de mantener por si acaso---ha sido un proyecto limitado, como no podía no serlo al no atraer la atención de muchos con los asuntos tratados y la calidad de la escritura. Ha sido, al fin de cuentas, un proyecto mayormente personal, un tanto vanidoso, que no se habría podido dar ---como no se dio en años anteriores---sin la tecnología que ha hecho posible este discutible fenómeno de las redes sociales y las facilidades de publicación nunca vistas antes.

Quienes nos creemos escritores hemos encontrado en la red y en las publicaciones por demanda las oportunidades---inexistentes hasta ahora---de dar a conocer nuestra indisputablemente seria y excelente labor de creadores. Estas oportunidades tecnológicas no significan, claro está, que lo que uno escriba y publique tenga infinidad de lectores. Me temo que somos más---tal vez muchos más---los que escribimos que los que leen.

Es evidente que en literatura la oferta es mucho mayor que la demanda. Esto mismo que estoy escribiendo ahora probablemente no pase de tener una media docena de lectores y otros pocos que no llegarán, ya no al final del texto sino al final de la primera línea, si el título llegó a interesarles.

Volviendo a la cita inicial, la inauguradora de este blog, valdría la pena observar que habla desde un egocentrismo muy propio de quien creyéndose dotado del talento de escribir para su propio bien de navegante ingenuo espera, en consecuencia, hacerles bien a quienes tengan---multitud dichosa---la sabia curiosidad de leer de sus ingeniosas aventuras intelectuales.

No puede sorprender---ni debiera sorprenderme---que el ejercicio asiduo de escribir para este blog no haya pasado de ser un hablar casi a solas. Bien mirado, era lo que, después de todo, lo que podía esperarse. No es que nadie lea, como se quejan algunos; es que nadie lee lo que no le atrae, lo que no le produce ni curiosidad intelectual ni satisfacción estética.

Queda por ver si después de escribir esta entrada tenga sentido y valga la pena seguir agregando a lo ya publicado esos muchos borradores que se me han ido acumulando en las inagotables libretas de bolsillo de diaria escritura y en el profundo misterio del tintero que la hace posible y la reclama.

Lo más probable---piensan mis demonios personales---es que---tentándome ellos mismos---me deje engañar por las doradas alas de la vanidad y el fulgor biselado de los espejos.




 


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