Sobre mi libro "Las edades del enigma"
Permítaseme---ante la importancia del asunto que el título anuncia---, presentar hoy un texto algo más largo de los que normalmente, en consideración a los lectores virtuales y su premura, escribo en mi blog y comparto en Facebook.
Espero que tantas líneas de escritura no impaciente a los posibles lectores.
Hace un par de años---en 2021, para ser exacto---se publicó bajo el sello editorial Morgana, de Monterrey, México, en conjunto con la sección "Narrativa Letras en la Frontera", de San Antonio, Tejas, mi libro de cuentos o relatos breves, Las edades del enigma.
Lleva esta edición un "Prólogo al enigma" escrito por Alfredo Ávalos, principal responsable de que el libro se haya publicado. Mi agradecimiento y mi vanidad de cuenta cuentos me dictan citar del prólogo su último párrafo que, por lo demás, nos deja a mí y al libro nada mal parados.
"Veintitrés historias de alta manufactura fluyen con naturalidad combinando ficción y memoria personal, en las que queda evidente la vocación literaria que ha marcado el destino de su autor, la elegancia del lenguaje, la cadencia exquisita y discreta que a lo largo de tantos años ha logrado establecer como su sello personal."
Sirva lo anterior de prólogo a lo que Dolores Gloria ha escrito sobre mi Las edades del enigma. Son suyas las palabras que siguen:
“Antes de leer el libro, y conociendo lo sobrio que puede ser Santiago, me imaginé que Las edades del enigma se trataba más de fantasía que de ficción realista, sobre todo por el título y por su primer cuento ¨Lectura¨.
En éste Daydí-Tolson maneja una costumbre tan común, como es leerle a un pequeño un libro, como un artefacto de la imaginación que, ofreciendo posibilidades infinitas, como si fuese un juguete de palabras, abre la caja de los sueños de un niño que deja a un padre a mitad de un cuento, brindándonos a la vez la oportunidad de arrebatar nuestra propia historia.
En la mayoría de sus cuentos Daydí-Tolson es impersonal: se refiere a sus personajes como "la gata", "el abuelo", "el nieto", "el hombre", convirtiendo a sus cuentos sorpresivamente en universales; en algunos casos me vi identificada. Su lenguaje es natural, y hay cuentos, como ¨Lazos familiares¨, que denotan angustias, decepciones y trampas cotidianas.
Daydí-Tolson usa la nostalgia de una forma totalmente clara, tan clara que se vuelve peligrosa casi corta-venas. Al leer sus cuentos me veía yo caminando por esas calles de la memoria, por esas subidas y bajadas en el no tan paraíso de lo que es recordar.
Estas narraciones lo lleva a uno al hastío de la remembranza, en el que ni los sabores se olvidan; pero dado el caso ya no sabe igual una empanada de tiempo en el tiempo. Y aquí me refiero a ¨Parábola del retorno¨, cuento en que el protagonista nunca llega a donde quiere llegar, porque cuando estuvo ahí, nunca se dio cuenta.
En ¨Lluvia de invierno¨ me sentí devastada de principio a fin; sólo hay un escaso momento de dulzura en esta corta vida y el silencio no compensa la tristeza, sino que la vuelve eterna. "Nadie encendió la luz. La penumbra del atardecer nublado, la quietud de la casa y el cansancio del día lo llevaron suavemente a un estado de ausencia y nostalgia de algo impreciso."
No puedo dejar de mencionar ¨Reloj de Sol¨ y el elemento tiempo del que todos somos esclavos hasta que nos sublevamos o al menos pensamos habernos sublevado. "Tomé una hoja de papel, y comencé a trazar sin plan alguno las líneas inverosímiles de lo que se fue convirtiendo en un laberinto tan complejo que ya no me importó dónde estaba ni si el tiempo ejercía algún dominio sobre el instante". Ésta para mi es una clave del proceso creativo de Daydi-Tolson y probablemente de muchos escritores.
Vuelvo a mencionar "Parábola del retorno", cuento lleno de nostalgia, muy vívido e hiriente; la certeza de estar en el lugar descrito y a la vez el saberse más allá de la vida misma, esa desesperación por lo que pierdes y nunca recuperarás. "Algo ha cambiado, aunque todo parezca igual a como era". Nosotros somos los que cambiamos, siempre a pesar de la misma la realidad.
Lo mismo pasa con los cuentos "Paseo al atardecer" y "La despedida", este último siendo mi favorito, y no porque esté a la altura de cuentos como "Sillón de lectura" o "Parábola del retorno", sino porque se trata de cómo el ser humano es capaz de sentir tanto, y a la vez callar tanto; nadie, absolutamente nadie puede adivinar lo que alguien más siente o piensa, y en la mayoría de los casos el dolor lo causa el silencio. "Como en algunos sueños, cada cosa tiene algo de habitual. Yo mismo era una evocación en el espejo".
Un cuento que se sale un poco del tema de la nostalgia es "Insomnio"; más bien en mi interpretación, se trata de una oda a lo que es la incertidumbre, cuando no queda más que seguirle el juego a esta realidad que a veces se antoja inverosímil. "Concluí que tenía que estar dormido, de vuelta en el sueño del que había creído escaparme. Pero la luz del amanecer me contradice y ahora sólo me queda seguir hablando."
Daydi-Tolson concluye su libro como lo empieza, con un cuento cortito y sublime, dejando solo claves para sus lectores de su proceso creativo. De lo poético de esa jornada de inventarse o rebuscarse o no, pero sí hallando esos pasadizos en el tiempo que pocos como Daydi-Tolson tienen el privilegio de encontrar. "Fue encontrando en la memoria, el hilo de la narración, y apenas con un susurro la fue diciendo él mismo junto con la voz, que le leía".
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