El artificio de la escritura / The artifice of writing


domingo, 1 de noviembre de 2009

Otoño ::: Fall



Otoño es, yo diría, el mejor período del año. Días como hoy, este primer domingo de noviembre, lo convencen a uno de la excelencia de esta estación. Algo hay en su lento avanzar hacia el invierno que nos afecta de un modo inexpresable, algo que conmueve y tranquiliza. Algo que a la vez nos exalta y nos calma. Nuestro sistema se trastorna al extremo de alcanzar, sin saber cómo ni por qué, los estados más intensos de lo espiritual. Se diría que tiene esta luz de noviembre un fulgor de trascendencia, que la quietud del aire tiene el vibrar profundo de lo numinoso y que las cosas participan de un estar contemplativo.

Y todo esto por que el eje de la tierra se ha inclinado una vez más según un ritmo y una ley que pensamos inviolables. Año a año vuelve el otoño y siempre el mismo de otras veces. Contamos con su vuelta y lo recibimos y aceptamos como un bien indisputable, un derecho y un don que nos otorga nuestro estar en el tiempo. Ese mismo tiempo que nos dice que aunque siga el orbe en su girar interminable, para cada uno de nosotros habrá un último otoño, el impredecible otoño de nuestra última exaltada ilusión de lo trascendente.




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Fall is, I would say, the best time of the year. Days like today, this first Sunday of November, convince us of the season’s excellence. There is something in its slow movement towards winter that affects us in a way we cannot express, something that trouble us and gives us peace. Something that at the same time calms us and exalts us. Our system is transformed to the extreme of reaching, not knowing how and why, the most intense states of spirituality. One would say that this November light has the brightness of transcendence, that the quiet air has the deep tremor of the numinous, and that things are participant of a state of contemplation.
And all of this because the earth’s axle has tilted once more following a rhythm and a law we think inviolable. Year after year fall returns, and it is always the same of before. We count on its return, and we receive it and accept it as an indisputable good, as a right and a present we are given because we are in time. That same time that tells us that even if the orb continues in its never ending gyration there will be for each one of us a last fall, the unpredictable fall of our last exalted illusion of transcendence.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Simplemente bello y cierto.

Rebeca

Santiago Daydi-Tolson dijo...

Gracias, Rebeca. Es lindo saber que hay quienes leen lo que uno garrapatea en un momento de solaz y contemplación.

Anónimo dijo...

Comparto plenamente tus sentimientos al respecto, Santiago. Además, me atrevería a añadir que hoy, la noche del primer lunes de noviembre, nos presenta aquel disco argentado, rutilante que se eleva sobre la bóveda purpúrea y que con su haz fulgoroso nos envuelve en los pliegues de su plateado manto diáfano, abrazando a su vez tus palabras que nos ofrece como un ramillete de placidez espiritual.

André

Santiago Daydi-Tolson dijo...

André, me has dejado sin aliento. Y sí, la luna hoy, que la llaman de los cazadores, estaba espléndida. Nos sigue afectando igal como afecaba al hombre recién descubriendo su humanidad, aunque la sepamos una roca y no una diosa de misteriosos poderes.

Anónimo dijo...

Otoño es cambio de piel,
hondura de ojos nostálgicos,
temblor de párpados insomnes
en una noche.

RR